Por: Arely Entrala Peña
Todo empieza y todo termina, al menos es lo que nos enseñan desde que el ser humano va aprendiendo, imitando y razonando en un inicio de relacionarse con su entorno. Pero ¿Quién en realidad enseña a olvidar y a dejar de lado lo que cree que es suyo, ese algo tan único y omnipotente? Ha decir verdad nadie, todos lo manejan como algo tan simple que puede irse como llegó, con nada. El amor, cosa tan complicada de definir pero fácil de describir con todo lo que te conforma: el cuerpo, la piel, el alma, el ser, los mil sentidos que creas, conoces y experimentas…
Amor, ese sentir que se rehúsa a tener complicidad con su antagónico, pero que a su vez son complementarios para la vida del hombre. Otro sentir más, que muchos en un tiempo hubieran preferido no abrigar. Ese que hace que todo se sienta perdido en un enmarañado de relatividad, que el corazón se extravíe por un momento, que su alma entristezca, su cuerpo se seque, la mente se acelere y tu amor lamentablemente recapitule y razone lo que fue.
¿Será simple asegurar que siempre una persona quiere más que la otra? Pues es lo que da a entender Fromm, parafraseando un poco “el hombre nace para ser amado y ser objeto amado, mas no está preparado para amar”, que dura es la realidad cuando te la explica con fundamentos un especialista.
Lo distinguimos con la ausencia de emociones agradables ante el encuentro con la pareja; cuando la rutina y la vida en común cierran las puertas a la comunicación y al interés; cuando uno se extraña ante la presencia del otro y, finalmente la rutina y el aburrimiento provocan un desgane.
Podría tener arreglo si sentimos la necesidad de componerlo en ese preciso momento; pero si lo que sentimos por la persona es lástima por no hacer daño, entonces, hemos encontrado al desamor. Se le quiere pero no se le ama.
Así es la realidad, se distingue por pequeñas diferencias, pero al fin y al cabo, es un cariño y respeto inmedible exactamente; el cual, deja en aprendizajes, tristezas, risas, sueños, desilusiones y discursos una sabiduría para lo siguiente. Las memorias no se olvidan, cuesta demasiado trabajo, pues no será nada fácil emplear tus sentidos de nuevo, ir y venir sin él. No se está sola, se obtiene a la soledad y su reflejo: El tiempo, ¿qué más quieres? No hay entes más sabios que ellos para salir adelante.
Amor, ese sentir que se rehúsa a tener complicidad con su antagónico, pero que a su vez son complementarios para la vida del hombre. Otro sentir más, que muchos en un tiempo hubieran preferido no abrigar. Ese que hace que todo se sienta perdido en un enmarañado de relatividad, que el corazón se extravíe por un momento, que su alma entristezca, su cuerpo se seque, la mente se acelere y tu amor lamentablemente recapitule y razone lo que fue.
¿Será simple asegurar que siempre una persona quiere más que la otra? Pues es lo que da a entender Fromm, parafraseando un poco “el hombre nace para ser amado y ser objeto amado, mas no está preparado para amar”, que dura es la realidad cuando te la explica con fundamentos un especialista.
Lo distinguimos con la ausencia de emociones agradables ante el encuentro con la pareja; cuando la rutina y la vida en común cierran las puertas a la comunicación y al interés; cuando uno se extraña ante la presencia del otro y, finalmente la rutina y el aburrimiento provocan un desgane.
Podría tener arreglo si sentimos la necesidad de componerlo en ese preciso momento; pero si lo que sentimos por la persona es lástima por no hacer daño, entonces, hemos encontrado al desamor. Se le quiere pero no se le ama.
Así es la realidad, se distingue por pequeñas diferencias, pero al fin y al cabo, es un cariño y respeto inmedible exactamente; el cual, deja en aprendizajes, tristezas, risas, sueños, desilusiones y discursos una sabiduría para lo siguiente. Las memorias no se olvidan, cuesta demasiado trabajo, pues no será nada fácil emplear tus sentidos de nuevo, ir y venir sin él. No se está sola, se obtiene a la soledad y su reflejo: El tiempo, ¿qué más quieres? No hay entes más sabios que ellos para salir adelante.
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